Para los amantes de la realidad virtual, seguramente Onward no es algo nuevo. El juego lleva ya años en el mundo de los juegos de guerra con visor y cascos.
Antes de empezar con el análisis técnico, vamos a ver que ofrece a los amantes de las armas, el juego creado por Downpour. El contenido del videojuego es el mismo que en las versiones anteriores: 10 mapas para jugar online, 3 para disfrutar del juego en el modo “un jugador” y 3 modos de multijugador.
Estas últimas no son ciertamente la razón por la cual gastar 24,99 euros para el juego, que entre otras cosas se vende solo con la fase de Acceso Anticipado, pero permiten a la vez moverse libremente dentro de los mapas para aprender lo mejor posible la topografía y las diversas secciones, y divertirse en un modo Deathmatch (matar a todos los enemigos guiados por la IA del juego) o en un modo Horda con oleadas de enemigos cada vez más masivas.
Gracias a la adaptación para Oculus Quest 2, podrás disfrutar de la realidad virtual sin cables de por medio y podrás moverte libremente y darte las vueltas que quieras. Las batallas online pueden enfrentar a hasta 10 jugadores a la vez.
Apuntar, disparar, son cosas que con un Quest en la cabeza parecen fáciles, pero lo son mucho menos cuando se tiene que hacer malabarismos entre los cables de un Rift o de un Vive. La implicación física que deriva es muy notable también gracias a la ausencia de lag o problemas de detección de los movimientos en el espacio físico de juego. Cualquier acción que se haga en Onward con un Oculus Quest en la cabeza es hiperrealista, incluyendo el apuntar y la sensación de ser golpeado por los enemigos.
Al ser un juego de disparos táctico basado en el juego de equipo, Onward apuesta mucho por la colaboración vocal entre los jugadores y el nivel de dificultad va hacia arriba como conviene a un FPS de este tipo.
Los mapas están bien diferenciados entre sí y también ofrecen un interesante desarrollo vertical, además de coberturas y pasajes a menudo laberínticos que requieren un excelente conocimiento de su diseño. Se muere después de dos o tres golpes recibidos y, al no existir clases particulares como médicos o ingenieros, el gameplay resulta muy frenético y visceral.
¡Qué pena las gráficas!
El grado de inmersión es realmente alto en cualquier cosa se haga, pero lo que limita y no poco el éxito global de un shooter hermoso y exitoso son los límites gráficos. No sabemos si, con un Snapdragon 835 disponible, Downpour Interactive podría hacerlo mejor, pero el hecho es que entre texturas muy brillantes, modelos poligonales ridículos, distancia de visión limitada y el pop-up que se desperdicia, la situación es bastante crítica.
Onward se reafirma también en Oculus Quest, como un excelente shooter táctico en primera persona, con un número más que discreto de mapas, armas y modos de juego que lo hace suficientemente longevo. Muchos de los toques de clase aportados para VR, que en este caso se hacen aún más evidentes gracias a la libertad de movimiento concedida por el Quest respecto a los demás visores cableados para conectar a un PC. Es una pena que el mediocre sector gráfico limite la experiencia general.
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