Bután
Lejos del mundo occidental, en la cordillera del Himalaya, se alza el increíble reino de Bután, un lugar único en el mundo y durante siglos un reino secreto. Este pequeño país budista del tamaño de Suiza y con apenas 700.000 habitantes, es fascinante y desconocido para muchos. “La tierra del Dragón del Trueno” (de su denominación en butanés Druk Yul) está llena de sorpresas y misterio.
Se empezó a ganar la fama de ser el país mas feliz del mundo cuando hace 35 años el carismático cuarto rey de Bután, Jigme Singye Wangchuk, decidió que era más importante la felicidad interior bruta que el producto interior bruto; es decir, que la felicidad está por encima de la economía. De hecho tiene un indicador denominado “felicidad interior bruta”, que mide la calidad de vida de la población. El concepto butanés de la felicidad interior bruta se sostiene sobre cuatro pilares, que deben inspirar cada política del Gobierno. Los pilares son:
1. Un desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo.
2. La preservación y promoción de la cultura.
3. La conservación del medio ambiente.
4. El buen gobierno.
Turismo en el país
Bután se propuso defender su cultura a toda costa, por lo que hasta los años 70 no se abrió al turismo extranjero, cuyo número está muy restringido y son obligados a venir en viajes organizados. El visado para entrar en Bután es de los más caros del mundo, 250 dólares por día, aunque que el visado incluye hotel, guía y coche. No fue hasta 1999 que sus dirigentes autorizaron la televisión e internet, quizás con cierto miedo del contagio cultural. Hoy Bután ya no está aislado del mundo, es la democracia más joven del mundo, estrenada hace apenas unos años. Los smartphones son ahora comunes en Thimphu, su capital, y los jóvenes utilizan las redes sociales como cualquier otra persona en el mundo.
El retraso en la modernización ha permitido a Bután, un pequeño país encajado entre los dos países más poblados de la Tierra, la India y China, aprender de los errores de otros países vecinos en vías de desarrollo que se han centrado exclusivamente en el progreso económico. Se convirtió en el segundo país libre de humo, sólo por detrás de Niue, cuando prohibió la venta y el consumo de tabaco.
Aunque a los turistas sí se les permite fumar en lugares muy concretos. No existen semáforos en ninguna de sus ciudades, de hecho Thimpu es hoy la única capital del mundo sin semáforos, y el aeropuerto internacional cuenta con tan solo una pista. Por ley, el país tiene que tener por lo menos el 60% de área forestal, aunque actualmente el 70% lo es. Plantar árboles es una costumbre milenaria en Bután, ya que simbolizan larga vida, belleza y compasión. Bután entró a la lista Guinness por romper un récord al plantar 50 mil árboles en tan sólo una hora en el 2015.
Tradiciones
Entre las tradiciones más populares del país se encuentran el tiro con arco, la música y la danza, que están basadas en el folclore y la religión local.
Sorprende mucho ver penes pintados en las paredes de las casas y colgando de algunos tejados. Se usan para ahuyentar los demonios y los malos espíritus de las casas. Esto tiene su raíz en la leyenda de Drukpa Kuenleg (o Kunley), quien usó su falo para dominar a los demonios.